“La filosofía no promete asegurar
nada externo al hombre: en otro caso supondría admitir algo que se
encuentra más allá de su verdadero objeto de estudio y materia.
Pues del mismo modo en que el material del carpintero es la madera, y
el del escultor, bronce, el objeto del arte de vivir es la propia
vida de cada cual.”

Pero volviendo a las Meditaciones, Marco Aurelio las concibe como una serie de notas que la filosofía estoica y su propia experiencia le inspiraban, apuntes o notas tomadas al azar en el momento al hilo de circunstancias personales. En total sus Meditaciones están compuestas por doce libros, muy diferentes entre sí, tanto en la temática como es su composición. Son párrafos casi autónomos unos de otros, lo que no quita que en muchas ocasiones repita el tema en ellos. Estos temas pueden ser el paso del tiempo, la muerte (omnipresente en la obra) la relación con los demás, lo que podrían pensar o decir, la naturaleza, los dioses (también nuestro propio dios interior) la inteligencia ... Mientras que el libro primero está dedicado a sus familiares terminando con una especie de acción de gracias a los dioses, el resto de pasajes parecen desorganizados. Si bien esto puede parecer una desventaja, yo lo veo como una de sus virtudes ya que proporciona total libertad a la hora de abordad su contenido, sin seguir un guión previo, un índice establecido.
Cualquier persona con un mínimo de
aprecio por la Historia Antigua, debería tener presente estos
autores: Suetonio, que nos muestra cómo eran (algunos) Julio César,
que nos enseña cómo guerreaban, lo que hacían (su Guerra de las
Galias, el libro en latín más leído, está escrito de forma
magistral por lo que se sigue estudiando su contenido hoy en día
para la enseñanza de la lengua europea por excelencia) y a Marco
Aurelio, que nos muestra como pensaban.
Abro sus Meditaciones por cualquier página y reproduzco lo que me encuentre en ellas:
“Igual que si alguno de los dioses te
dijese que ibas a morir mañana o, en todo caso, pasado mañana, no
considerarías mucho más importante para ti pasado mañana que
mañana, si no eres rematadamente innoble (pues ¿qué diferencia hay
entre ambos?), así también considera que cualquier año, por lejano
que sea, no es nada más importante que mañana.” (Libro IV,
capítulo 47)
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