
Tratando de posicionar el libro en
pocas palabras diré que es un intento de revisión, critica al
Humanismo, a la sociedad humana o al conocimiento humano si se
quiere, de forma muy objetiva desde la perspectiva de...un gato. Una
crítica a la Humanidad realizada por alguien no humano, mayor
objetividad imposible. Y es aquí cuando llega la primera sorpresa.
No se nos presenta las hazañas de un gato en la casa de un profesor.
El gato es un narrador, el espectador de una obra de teatro en la
que los habitantes de la casa junto con aquellas personas que pasan
por ella, son los personajes. El gato es por lo tanto, el narrador de
todo y cuanto pasa en la casa y de lo que se dice en ella para
después realizar una reflexión desde su gatuno punto de vista. Nos
encontramos con infinidad de temas tratados en el libro, unos con un
fuerte carácter filosófico y otros totalmente insignificantes y
mundanos. El resultado es una visión nítida y perfectamente clara
de la sociedad nipona de principios del siglo XX, su pensamiento y
costumbres, su contexto político o su cultura.
Estos temas abarcan desde la Guerra
Ruso-Japonesa, la distribución de la casa (típica) japonesa,
gastronomía, haiukus, religión, ritos funerarios, vestimenta hasta
la muy posible inmortalidad de los peces. Son cientos de temas en los
que se profundiza en el libro, unos muy brevemente y otros de forma
muy extensa. Esto será bueno o malo en función del interés que
despierte el tema en cuestión. El libro está divido en capítulos
que para mí son demasiado largos de tal forma que, cuando uno de
estos temas no despierta mucho interés pero se desarrolla demasiado,
puede resultar agotador. Ahora bien,, en la edición que he leído
cuenta con fantásticas notas a pie de página que aclara cualquier
duda que pueda surgir, desde personajes históricos (japoneses o no)
palabras japonesas o cualquier aspecto de la cultura nipona que nos
sea ajeno. Muy interesante me ha parecido la particular (o no, quien
sabe) perspectiva que los japoneses tienen del suicidio y que se
plasma en la novela de forma muy gráfica y clara, sin dramatismo o
teatralidad. Y como poco curiosa la idea de Dios para un gato ¿qué
piensan los gatos de Dios? Pues que es un completo incompetente
incapaz de hacer dos cosas iguales.
En cuanto a su autor, el japonés
Natsume Soseki, nació en 1867 cerca de Edo, descendiente de una
familia de samuráis venida a menos. En 1884, su familia lo insta a
que se matricule en la Universidad Imperial de Tokio para cursar
Arquitectura, si bien termina estudiando Lengua Inglesa. En 1886
conoce al poeta Masaoka Shiki, quien comienza a enseñarle el arte de
la composición de haikus. En 1900 Soseki recibe una magra beca del
gobierno japonés y se le envía a Inglaterra. En este país pasará
los años más tristes de su vida. Por fortuna, regresa a Japón en
1902 para enseñar en la Universidad Imperial de Tokio, como profesor
de Literatura Inglesa. La carrera literaria de Soseki se dispara
definitivamente con la publicación en 1905 de Soy un gato, escrita
poco tiempo antes de la elogiada Botchan (1906)
En resumen, una lectura como poco
sorprendente y reveladora, uno de esos libros que ponen en
funcionamiento nuestro pensamiento hacia temas en los que por lo
general no nos paramos a pensar.
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