martes, 18 de septiembre de 2012

Soy un gato de Natsume Soseki


No es lo que me esperaba, francamente pero también es cierto que tampoco sabía muy bien lo que me esperaba. Una novela titulada Soy un gato, escrita en Japón hace más de un siglo es de todo menos predecible o evidente. Original, inaudita para la época. Ahí está la clave “para su época” Ahora quizás no es una obra que sorprenda pero sorprende cuándo, dónde y cómo fue escrita. Porque lo que tenemos es la historia de un gato que no tiene nombre y que vive en casa de un maestro en una casa típica japonesa cerca de Tokio. (como en el momento de ser escrita la novela esa casa ya era típica ahora sería un Bien de Interés Cultural)

Tratando de posicionar el libro en pocas palabras diré que es un intento de revisión, critica al Humanismo, a la sociedad humana o al conocimiento humano si se quiere, de forma muy objetiva desde la perspectiva de...un gato. Una crítica a la Humanidad realizada por alguien no humano, mayor objetividad imposible. Y es aquí cuando llega la primera sorpresa. No se nos presenta las hazañas de un gato en la casa de un profesor. El gato es un narrador, el espectador de una obra de teatro en la que los habitantes de la casa junto con aquellas personas que pasan por ella, son los personajes. El gato es por lo tanto, el narrador de todo y cuanto pasa en la casa y de lo que se dice en ella para después realizar una reflexión desde su gatuno punto de vista. Nos encontramos con infinidad de temas tratados en el libro, unos con un fuerte carácter filosófico y otros totalmente insignificantes y mundanos. El resultado es una visión nítida y perfectamente clara de la sociedad nipona de principios del siglo XX, su pensamiento y costumbres, su contexto político o su cultura.
 
Estos temas abarcan desde la Guerra Ruso-Japonesa, la distribución de la casa (típica) japonesa, gastronomía, haiukus, religión, ritos funerarios, vestimenta hasta la muy posible inmortalidad de los peces. Son cientos de temas en los que se profundiza en el libro, unos muy brevemente y otros de forma muy extensa. Esto será bueno o malo en función del interés que despierte el tema en cuestión. El libro está divido en capítulos que para mí son demasiado largos de tal forma que, cuando uno de estos temas no despierta mucho interés pero se desarrolla demasiado, puede resultar agotador. Ahora bien,, en la edición que he leído cuenta con fantásticas notas a pie de página que aclara cualquier duda que pueda surgir, desde personajes históricos (japoneses o no) palabras japonesas o cualquier aspecto de la cultura nipona que nos sea ajeno. Muy interesante me ha parecido la particular (o no, quien sabe) perspectiva que los japoneses tienen del suicidio y que se plasma en la novela de forma muy gráfica y clara, sin dramatismo o teatralidad. Y como poco curiosa la idea de Dios para un gato ¿qué piensan los gatos de Dios? Pues que es un completo incompetente incapaz de hacer dos cosas iguales.

En cuanto a su autor, el japonés Natsume Soseki, nació en 1867 cerca de Edo, descendiente de una familia de samuráis venida a menos. En 1884, su familia lo insta a que se matricule en la Universidad Imperial de Tokio para cursar Arquitectura, si bien termina estudiando Lengua Inglesa. En 1886 conoce al poeta Masaoka Shiki, quien comienza a enseñarle el arte de la composición de haikus. En 1900 Soseki recibe una magra beca del gobierno japonés y se le envía a Inglaterra. En este país pasará los años más tristes de su vida. Por fortuna, regresa a Japón en 1902 para enseñar en la Universidad Imperial de Tokio, como profesor de Literatura Inglesa. La carrera literaria de Soseki se dispara definitivamente con la publicación en 1905 de Soy un gato, escrita poco tiempo antes de la elogiada Botchan (1906)
 
En resumen, una lectura como poco sorprendente y reveladora, uno de esos libros que ponen en funcionamiento nuestro pensamiento hacia temas en los que por lo general no nos paramos a pensar.


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