En todas las casas hay un libro que siempre ha estado en el mismo
sitio, cogiendo polvo o cumpliendo con una función
decorativa-sustentante en una estantería. En mi habitación hay
varios, no lo niego. Ese era el caso de un libro de tapas de un rojo
brillante y letras doradas. Se trataba de El Decameron de
Giovanni Boccaccio escrito hacia mediados del siglo XIV. La edición
que he leído es bastante antigua (casi un fondo antiguo) ya que es
de 1943 y por mucho que he buscado no he encontrado qué autor o
autores trabajaron en esa edición, que todo hay que decirlo, no es
muy buena. Probablemente se trate de una colección. Tan sólo que
fue impresa en Madrid por J. Pérez Aguilera.
Reconozco mi total ignorancia sobre Giovanni Boccaccio (Juan
Boccaccio según la edición, que manía de traducir absolutamente
todo) un crimen, porque su obra ha influido en la literatura europea
durante siglos hasta fechas muy recientes e incluso en el cine o en
algunas series para la televisión. El Decameron hay que situarlo en
la Italia del siglo XIV, en el primer Renacimiento, el más puro y
con más apego hacia “lo antico”, lo clásico. Además en
Florencia, motor de la cultura Europea de la época. El propio
Boccaccio se encarga, en la introducción, de enmarcar la obra, una
obra que él sitúa en los años que le han tocado vivir. El telón
de fondo es la peste bubónica, la peste negra que asoló Europa en
este siglo y que él concreta en el año 1348. Nos habla de cómo se
vive la epidemia en Florencia y cómo muchas familias escapan hacia
aldeas y campos en busca de un ambiente más saludable. Habla de
situaciones tremendamente duras pero con total naturalidad ya que
está relatando unos hechos que todo el mundo ha visto en cualquier
ciudad europea de su época (es un libro, lógicamente, dirigido a
sus coetáneos) por lo que tampoco les da mucha importancia. Es más,
es la escusa para enmarcar el libro y darle arranque. Porque el libro
comienza precisamente con un grupo de jóvenes que dejan la ciudad y
se dirigen a una villa a las afueras de Florencia. Son diez jóvenes,
siete mujeres y tres hombres. En la villa, acuerdan que durante los
diez días que pasarán allí, cada uno de ellos contará una
historia, un cuento (de ahí toma el nombre, de las cien historias
que componen la obra) Cada día uno de ellos será nombrado reina o
rey y será el encargado de organizar las charlas, que salvo dos
días, tienen un tema abierto.
Estos temas son muy variados, la
astucia, el odio, la venganza, la felicidad y sobre todos ellos, el
amor, el amor en todos sus aspectos, fraternal, conyugal, cortés. La
verdadera importancia de estos relatos es que nos están describiendo
la mentalidad de la época, donde se ven rupturas con lo anterior, lo
medieval. Críticas a la Iglesia, a costumbres supersticiosas, a lo
feudal y al servilismo, al papel de la mujer. Se nos presenta una
mujer nada resignada con lo que le haya tocado vivir. Se pone más
énfasis en personajes como ladrones, putas, chiquillos o jóvenes en
lugar de caballeros, aventureros, príncipes. Pero el amor siempre
presente. Incluso lo erótico.
Los cuentos más conocidos son, entre
otros, el de una campesina que seduce a un abad y le convence del
bien del baile horizontal (no sé si me explico) para que salve su
alma, pero también nos cuenta cómo un monje seduce a una joven y
como, al ser descubierto por el abad del monasterio, convence a la
chica para que se camele a su superior y así no poder reprocharle
nada. Un marido que no cumple en la noche de bodas y una esposa que
lejos de resignarse se liga a un pirata (pero a uno de verdad, con
una enorme pata de palo, licencia mía para explicar la virtud del
personaje) un jardinero que “abona” también las celdas de
algunas monjas en un convento…
Es un libro con el que poco vamos a descubrir que no hayamos visto
ya en cualquier capítulo de Friends la verdad, pero algo del
todo perdonable ya que es difícil encontrar alguna novedad
existencial en un libro escrito hace más de seis siglos. Lo más
destacable, como he dicho antes, es como a través de todos estos
cuentos podemos reconstruir la mentalidad y modo de ver la vida en
este siglo que tantas novedades nos iba a traer.